lunes, 30 de noviembre de 2009

MOVIMIENTO EXPRESIVO: MI EXPERIENCIA PERSONAL

Cuando hace unos años probé por primera vez una “clase de movimiento” me impactó de manera tan profunda que decidí que tenia la necesidad de incorporarlo a mi cotidianidad semanal. Y así lo hice y tras un tiempo tomando clases, experimentando, permitiéndome, divirtiéndome, gozando con las clases recibidas por distintos instructores me di cuenta de que se había convertido en uno de los espacios más nutritivos de mis ajetreadas semanas.

También me di cuenta de que me costaba mucho transmitirle a mis amigos/as, familiares y compañeros/as qué era “eso” que me gustaba tanto, a lo que no faltaba ni un día y de lo que tanto decía me aportaba. No eran clases de baile, no eran clases de teatro, no eran clases de gimnasia, ni de meditación… y en cierto modo era un espacio en el que vivenciaba todas estas disciplinas en mayor o menor medida, a veces sin darme cuenta hasta que me tocaba contárselo a alguien y recapitulaba sobre las cosas que hacíamos en una clase.

Con todas estas experiencias estaba complementando mi camino de crecimiento personal, me ayudaba en otros procesos formativos en el ámbito de la psicoterapia y me ayudaba también a integrar más fácilmente algunos conflictos internos con los que nos confrontaban en esas otras formaciones y también en mucha otras ocasiones era “simplemente” un espacio lúdico y divertido donde soltar las preocupaciones del día a día o las situaciones de estrés. De modo que se convirtió en un espacio importante para mi vida e imprescindible casi para la buena marcha de mi semana.
Se me presentó, también, la oportunidad de empezar la formación para hacerme “Instructor de Técnicas Psicocorporales y Movimiento Expresivo” con el Sistema Internacional Río Abierto. Y me decidí a cursar los cuatro años que dura esta formación, con la intención de conocer lo que hay detrás de este trabajo tan mágico.

Viendo los tremendos beneficios que me estaba trayendo pensaba en compartirlo algún día, como un valioso complemento a los procesos terapéuticos de mis pacientes y lógicamente abrir este trabajo a otras personas interesadas en el desarrollo personal y en aprender esto de “el arte de vivir en plenitud”.

Tras estos años de formación específica e intensiva, me he dado cuenta de lo mucho que puede aportar este trabajo a todo tipo de personas y cuanto ayuda al bienestar y a la felicidad diaria. Y por eso quiero compartir con vosotros esta aventura.

No hace falta estar en un proceso de terapia, ni siquiera estar interesado (conscientemente) en el desarrollo personal para incorporar sus múltiples beneficios a tu vida… se puede enfocar “simplemente” como un espacio en el que lo pasas bien, o un espacio para uno, o donde bailas, o venir a las clases para “mover un poco el cuerpo” o para conocer gente y hacer amigos, o para soltar algunas vergüenzas o limitaciones con el baile y el movimiento.
También como un trabajo de conciencia o para seguir con tu crecimiento personal o para permitirte experimentar el “ser”, o para tener unos minutos de encuentro contigo mismo/a escuchando tu silencio interior.
Se puede orientar a cuidar tus articulaciones y tus músculos con los estiramientos y los ejercicios de calentamiento, a aumentar tu condición física o tu tono muscular.
Quizá para mejorar tus habilidades sociales o las dificultades para el contacto, o tu capacidad de expresarte verbal o corporalmente, o incrementar tus capacidades interpretativas, o por un sin fin de razones más ya que todo esto tiene cabida en un ciclo de clases de Movimiento Expresivo del Sistema Río Abierto.

Y es importante esto último que nombro de “un ciclo”, ya que si bien en “una experiencia aislada” se pueden sentir cosas potentes y nutritivas, las experiencias se multiplican y la nutrición se hace mucho más evidente cuando se le da al trabajo una cierta continuidad. Lo ideal es una periodicidad semanal o al menos quincenal para que los cambios se hagan notar en nuestro cotidiano.

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